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Sociedad Sábado 23 de Marzo de 2024

30 años del peor genocidio de la historia contemporánea: mas allá del holocausto

Poco recordado por la sociedad general y por la falta de datos certeros, el genocidio de Ruanda es catalogado como el mas atroz de los últimos tiempos y el próximo 7 de abril se cumplen tres décadas de su acontecimiento.

El siglo XX, marcado por los intensos conflictos sociales, políticos y religiosos, tales como las guerras mundiales, alberga el exterminio más sangriento. Poco recordado por la sociedad general y por la falta de datos certeros, el genocidio de Ruanda es catalogado como el mas atroz de los últimos tiempos y el próximo 7 de abril se cumplen tres décadas de su acontecimiento.

Ruanda, un país ubicado en el este de África, carga con el peso de una historia llena de odio. Fue el choque entre dos pueblos que habitaban una misma nación lo que llevó al asesinato masivo de la comunidad tutsi, en manos de la comunidad hutu.

En 1994 el país era gobernado por Juvénal Habyarima, un hutu, quien el 6 de abril de ese año fue asesinado durante un vuelo, el mismo fue alcanzado por un misil al momento del aterrizaje. Hasta el día de hoy se desconocen los responsables del ataque, pero eso no impidió que el pueblo hutu tomará represalia y apuntara contra el pueblo tutsi, quienes eran sus vecinos y principales sospechosos. Un dia después del atentado contra el presidente, la primera ministra ruandesa, Agathe Uwilingiyimana la única mujer que ocupó el cargo hasta la actualidad fue atacada por tropas leales al fallecido presidente, junto a ella fueron embestidas las fuerzas internacionales correspondientes a la ONU, quienes estaban encargadas de la seguridad de la ministra, quien finalmente fue violada y asesinada.

Estos hechos ocurridos en menos de 48 horas desataron la historia de los siguientes dias. El levantamiento de los hutus contra los tutsis fue inminente, años de odio se canalizaron en la matanza a machete y sangre fria entre vecinos. Los ataques comenzaron ese mismo 7 de abril, donde las milicias extremistas hutus tomaron el poder de las calles, asesinando a los tutsis sin importar si eran hombres, mujeres o niños.

La particularidad de este hecho histórico se centra en cómo los civiles, motivados por los discursos de odio y las diferencias étnicas, se unieron voluntariamente a las milicias en el asesinato a sangre fría de sus vecinos.

Si algún hutu se oponía a matar, era asesinado por su misma comunidad. Profesores y niñeras hutus se encargaron del exterminio de los niños tutsis que tenían a su cargo. El odio entre pueblos inundó las calles. Ningún lugar era seguro para los tutsis, las iglesias aceptaban refugiados para después entregarlos a milicias hutus.

La violencia sexual contra mujeres y niñas no queda atrás en esta historia, marcando la expansión del VIH en las comunidades. Se estima que de las 250 mil y 500 mil mujeres que fueron violadas, un 70% contrajeron el virus.

Durante estos días ninguna nación, ni la ONU, ni la Iglesia, intervinieron para frenar el genocidio, actualmente se les otorga responsabilidad por respaldar el sistema colonial implantado. Finalmente, después de tres meses de espantosa matanza, Paul Kagame, un lider tutsi que se encontraba exiliado, organizó tropas junto al Frente Patriótico Ruandés para, el 15 de julio de 1994, intervenir el territorio y detener los asesinatos.

Se estima que en tres meses, entre ochocientas mil y un millón de personas fueron asesinadas, eliminando al 70% de la comunidad tutsi. El gobierno de Ruanda fijó la cifra en 937.000 víctimas, lo que quiere decir que por día, alrededor de 9.500 hombres, mujeres y niños fueron asesinados a sangre fria a manos de sus vecinos, quienes convencidos de sus diferencias y superioridad, buscaban hacerse con el poder de la nación.

Una vez más en la historia, los discursos de odio lograron dividir a una nación y justificar el exterminio en serie de seres humanos, quienes se convierten en víctimas por el simple hecho de pertenecer a una determinada etnia, cultura o religión.

Nuestro país no queda excluido de la historia de odio, censura y persecución entre ciudadanos de una misma nación. En el marco del 24 de marzo, el reconocimiento de nuestra historia es fundamental para no repetir el pasado y comprender el camino que queremos construir como una sociedad justa. La memoria y la conciencia colectiva son herramientas que debemos tener presentes para evitar cualquier atropello a las libertades individuales y a nuestros derechos básicos.

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