La intensidad de las precipitaciones que tuvieron lugar entre el 29 de marzo y el 8 de abril de 2017 en Comodoro Rivadavia, derivaron en la mayor catástrofe que sufrió la ciudad y sobre la que aún quedan secuelas no solo en lo material, sino también en la vida de cientos de personas que lo perdieron todo.
Una persona murió en medio del temporal, mientras que más de 9.000 tuvieron que ser evacuadas, muchas en medio de la madrugada del 30 de marzo cuando la lluvia tuvo su máxima expresión. La gente no quería abandonar su hogar, pero tuvieron que ser rescatados ante la subida del agua, que junto a la arena que acarreaba, terminaba transformándose en una trampa mortal. Algo nunca visto en la ciudad.
Angustia, miedo e incertidumbre, sentimientos que primaron por aquellos días donde nada era suficiente para contener el avance del agua acumulada por la tormenta. Las calles terminaron convirtiéndose en verdaderos ríos, barrios enteros terminaron inundados, en otros también se formaron zanjones que no permitían el paso de vehículos. La energía, el agua corriente y en algunos casos hasta la red de gas sucumbieron ante la ferocidad de las lluvias.
Las imágenes que trascendían por aquel año daban cuenta de la gravedad de lo que sucedía, pedidos de ayuda por redes sociales daban cuenta de la desesperación y en la otra cara, la solidaridad de quienes desinteresadamente se pusieron a disposición para socorrer a aquellos que lo requerían, no solo Bomberos Voluntarios, Policía, Defensa Civil, Prefectura o el Ejército, sino que verdaderos héroes anónimos también participaron de las operaciones, dando muestra de su grandeza, del valor por ayudar al otro, pese a haber arriesgado su propia vida.
En 48 horas desde el inicio de la lluvia, el 29 de marzo, cayeron más de 287,4 mm de agua y con la segunda lluvia, el 6 y 7 de abril, fueron más de 91 mm en total, lo que terminó agravando el panorama desastroso que ya se vivía, pues quienes estaban limpiando, intentando sacar el agua y barro y lo poco que quedaba en pie volvieron a sucumbir.
Entre los barrios más afectados fueron Juan XXIII, Pueyrredón, Abel Amaya, Moure, la zona de Kilómetro 3, Saavedra, Kilómetro 8 y Laprida, donde se perdieron cerca de 3.000 viviendas, miles de evacuados se resguardaron en domicilios de familiares y amigos pero también en los centros de evacuación dispuestos para tal fin.
La ciudad tuvo que ser declarada zona de desastre y pronto comenzó la difícil tarea de retirar el barro que había alcanzado metros, prácticamente cubriendo viviendas hasta el techo, desde el Ejército Argentino brindaron efectivos para las labores, en lo que fue un nuevo inicio para todos los que resultaron damnificados por este temporal que quedó en la historia y cuya solución definitiva aún parece lejana para muchos.
Una muerte
El temporal no solo provocó pérdidas materiales a los cientos de damnificados sino que para una familia terminó siendo un día trágico dado que el la madrugada del 7 de abril, un trabajador de la empresa Otero de 44 años perdió la vida. Estaba repartiendo agua de manera voluntaria con su camioneta por avenida 10 de Noviembre, cuando fue arrastrado por la corriente, pereciendo por inmersión. Se trató del único fallecimiento registrado durante las lluvias torrenciales que abatieron a Comodoro Rivadavia.
Obras necesarias
A siete años de aquel temporal que marcó la vida de los comodorenses, resulta urgente para evitar nuevas inundaciones distintas obras que requieren de financiamiento nacional principalmente y que a partir de las medidas aplicadas por el gobierno de turno, resultarían imposibles de llevar adelante, como el canal pluvial de avenida Chile, el ensanche del canal de avenida Roca y la obra de descarga al mar, y además de ello, un pluvial desde la zona de Santa Lucía hacia el oeste de la ciudad, reservorios, obras pluviales en Laprida, en la zona de Arroyo La Mata, y en Kilómetro 8, entre otras.
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