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Locales Viernes 7 de Junio de 2024

Retar a duelo: Una historia de familia

En el Día del Periodista, una historia familiar.

María Laura Morón

Por María Laura Morón

Hoy, en el día del periodista, no encuentro mejor manera de homenajear a esta profesión, compartiendo la historia de mi tatarabuelo, el coronel Pantaleón Gómez, escribano y periodista, que se desempeñaba como director del diario El Nacional. En sus columnas atacaba con ingenio y dureza a Lucio V. Mansilla, quien lo retó a duelo el 7 de febrero de 1880.

 

El periodismo de 1800

Don Pantaleón Gómez, mi tatarabuelo, había nacido en 1883 en Buenos Aires, donde cursó sus estudios primarios y secundarios y obtuvo el título de escribano. Con motivo de la revolución del 11 de septiembre de 1852, que tuvo como consecuencia la separación de la provincia de Buenos Aires del resto de la Confederación, Gómez se incorporó al ejército como Sargento Primero y defendió a su ciudad natal. Por su posterior intervención en las batallas de Cepeda y Pavón, fue ascendido a Capitán y más tarde a Coronel.

El 27 de diciembre de 1876, el presidente Avellaneda lo nombró gobernador de los territorios nacionales del Chaco y, a pesar de haber desempeñado el cargo menos de dos años, dejó huellas imborrables de su espíritu progresista. Fue así que el 20 de octubre de 1878 se designó como su sucesor al Coronel Lucio V. Mansilla.

A su regreso a Buenos Aires, Pantaleón Gómez ingresó como jefe de redacción del diario El Nacional, fundado por Vélez Sarsfield. Eran tiempos de enardecidas y violentas luchas políticas que se reflejaban en la prensa escrita de la época.

Pantaleón Gómez, coronel, escribano y periodista, difamaba con un toque de humor a Lucio Mansilla. Se decía entonces que Mansilla había sido electo diputado en 1876, pero que permaneció en su banca durante un año, hasta que le solicitó a su amigo Avellaneda la gobernación del Chaco. ¿Por qué el Chacho? Mansilla tenía informaciones sobre importantes yacimientos de oro en el Paraguay; es que había fundado junto a un grupo de amigos, una empresa, y quería manejar sus negocios auríferos desde la gobernación más cercana.

El Nacional contaba en sus páginas que el proyecto de Mansilla había sido todo un fracaso y, decepcionado, vendió sus acciones, renunció a la gobernación y se marchó a Europa, donde permaneció hasta 1880, cuando regresó para apoyar la candidatura presidencial de Julio Argentino Roca.

Allá por 1880, El Nacional publicaba en la Sección “Ecos del medio siglo”, una nota en la que afirmaba, con letras negras resaltadas: “Lucio (Mansilla) es un ser ridículo y extravagante, es viejo y cómplice de delitos”.

Las agresiones seguían sin disimulo entre el diario y Lucio Mansilla:

- "Hemos afirmado que Lucio habla improperios de la música y de los músicos, de la poesía y de los poetas, del arte y de los artistas", manifestaba Pantaleón Gómez en la página 3 del diario y continuaba: "Hemos dicho que Lucio es Roquista. Hemos asegurado que Lucio es federal a lo Rosas. Hemos sostenido que Lucio ha tolerado que se lo llame cobarde. Hemos asegurado que Lucio tiene más de cincuenta años de edad".

- "¿En qué se parece Lucio a un cometa? En que tiene cola y ¿En qué se diferencia? En que el cometa es mete-oro y Lucio es saca-oro de los accionistas de Amambay".

Siguieron los escritos hasta el mes de febrero de 1880. A partir de entonces, el diario El Nacional ya no publicaría ninguna información escrita por mi tatarabuelo. Es que Mansilla, al ver pisoteado su nombre, retó a duelo a Pantaleón Gómez.

En esa época, Buenos Aires empezaba a convertirse en una ciudad moderna, pero mantenía algunas cuestionables tradiciones, como el batirse a duelo. Los retos de armas eran muy frecuentes entre las figuras más prominentes de la política, el ejército y el periodismo, cada vez que alguno de ellos se sentía mancillado en su buen nombre, “una cuestión de honor sin cuestionamientos”, ¡qué paradoja!

Fue así como el 7 de febrero de 1880, día de carnaval, Pantaleón Gómez, director del diario El Nacional y Lucio Mansilla se enfrentaron a duelo en la quinta del escribano Tulio Méndez. Fueron padrinos de Mansilla los coroneles Uriburu y Godoy, y los de Gómez, los coroneles Meyer y Lagos.

Cierro los ojos y veo a mi abuela materna, sentada en el living de su casa, contándome cómo habían sido los hechos:

- “Parados, apoyados espalda con espalda, se alejaron diez pasos uno del otro. A la tercera palmada de los padrinos, Pantaleón y Mansilla se dieron vuelta. Pantaleón, más rápido, levantó su arma y, con los ojos puestos en su rival, disparó al suelo. Mansilla, en cambio, no fue tan piadoso, y afirmó con voz fuerte y segura: al tercer botón de la chaqueta y perforó su corazón de un solo disparo”.

Corroborando las palabras de mi abuela, la historiadora Sandra Gayol en su libro “Honor y duelo en la Argentina moderna”, publicado por la editorial Siglo XXI, sostiene que “a la voz de fuego, Gómez apunta al piso y dispara mientras dice “Yo no mato a un hombre de talento”. Pero no llegó a terminar de decir “talento”, cuando una bala de Mansilla da de lleno en el su cuerpo y cae herido de muerte. El autor de “Una excursión a los indios ranqueles”, se acercó a Gómez, agonizante. Se arrodilló y llorando, le besó la frente.

Cuenta la historia que el sepelio fue impresionante. Ciento cincuenta carruajes marcharon detrás de la carroza fúnebre. Hablaron más de diez oradores. Sus restos fueron llevados al Cementerio de la Recoleta. Formaron parte del cortejo, diputados, jueces, escribanos, políticos, periodistas, comerciantes, hacendados y militares de alta graduación. Allí estuvieron Domingo Faustino Sarmiento, Bernardo de Yrigoyen, Juan Carlos Lagos, Emilio Civit, Domingo Urien, Hortensio Miguens, Luis V. Varela, Evaristo Noguera y muchos otros.

Sarmiento hizo uso de la palabra y, entre otras cosas, dijo: ¡Muerto!... Pantaleón Gómez, el simpático, el fervoroso, el leal, el verídico, el arrogante joven… ¡Muerto! Lo ha muerto ese exceso de vida que rebulle en la juventud y brota por los poros, en palabras, en pasiones, en ideas, en sentimientos, en patriotismo prodigado sin mesura (…)”

Siete días después del duelo, el 14 de febrero de 1880, el secretario de la Corte Suprema pidió al jefe de Policía se sirviera de informar lo investigado, por configurar un hecho punible…pero ya el diario publicaba: “El coronel Mansilla se ha embarcado para el exterior. No sabemos a qué paraje se dirige. Es de suponerse que se ausencia dura algún tiempo”.

Dicen que Mansilla nunca pudo olvidar esa tragedia. La muerte de Pantaleón Gómez lo acompañó hasta el fin de sus días. Era su lado oscuro, el costado negro de su historia. A los pocos días viajó a Europa. Ningún juez lo acusó y la única sanción pública que recibió por esta muerte fue la expulsión de la masonería.

El duelo entre Lucio V. y Pantaleón está documentado en numerosos artículos periodísticos y libros de Historia argentina, en donde se lo destaca por su importancia dentro de esta tradición de combates mano a mano que tuvieron lugar en los siglos pasados.

Este hecho tan relevante en la historia argentina, por las consecuencias y el impacto posterior que tuvo en el propio Mansilla y en toda la elite política del momento, me lleva a pensar en la importancia de defender nuestras propias ideas, en la necesidad de respetar y escuchar la opinión del otro, que puede ser muy distintas a la nuestra, en… la tarea del periodista.

Tal vez, los periodistas, deberíamos preguntarnos qué estamos informando, para quién y para qué. Hoy parecería que nos estamos retando a duelo entro los medios, sólo hemos cambiado el arma.

A todos ustedes, colegas, le deseo muy feliz día!

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