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Locales Jueves 22 de Febrero de 2024

La Muñeca: una panadería con más de 50 años de historia

La Panadería “La Muñeca” es la más antigua de la ciudad, ha logrado sorteas las dificultades a lo largo del tiempo y hoy continúa brindando sus elaboraciones al público que la elige, en su local del barrio Roca.

Con más de 57 años de historia, la Panadería “La Muñeca” continúa brindando a la comunidad sus especialidades tanto dulces como saladas, siendo una de las más elegidas en el barrio Roca donde cuenta con su local ubicado en Carlos Gardel al 500.

En el año 1966 abrió sus puertas por primera vez, en inmediaciones de Alvear y Misiones del barrio Pietrobelli. José Guerreiro, panadero de los de antes, fue quien tuvo la iniciativa y junto a un grupo de socios decidieron emprender en este proyecto que distribuiría pan y masas en toda la zona sur.

“Mi papá cuando era joven, tomó la concesión de la panadería de Diadema Argentina, y también se casó con mi mamá, Custodia Estevao Rafael. Por varios años estuvieron en Diadema” explicó José Guerreiro hijo a El Ciudadano del Sur, y continuó “en la época floreciente de Frondizi, viene a Comodoro Rivadavia, luego se hacen cargo del almacén ‘Los Pibes’ de Italia y Ameghino y después de un tiempo mi papá y siete personas más se enteran que estaba a la venta la panadería La Muñeca, la compran”.

Así, José narró que si bien su papá no tenía capital económico era un conocedor del arte de la panadería lo que hizo que posteriormente lograra comprarle su parte a cada uno de los socios.

“La panadería tenía una cuadra chiquitita, un horno de ladrillos muy bonito y práctico, pero de dimensiones reducidas. Mi papá empieza a tener mucho reparto y clientes, al tiempo me dice ‘mirá José la panadería nos queda chica’, yo tendría 17 años, estaba por terminar el secundario. ‘Nos tenemos que ir asique vas a tener que recorrerte las inmobiliarias y tratar de conseguir algún lugar donde podamos tener una cuadra y un despacho de venta al público” señaló y mencionó que donde estaban en aquel momento funcionaba la panadería y al lado había un almacén, carnicería y rotisería. “Mi papá subalquilaba a la familia Jiménez, grandísimas personas, vecinos y clientes durante muchos años”, advirtió.

Se transformó en un verdadero desafío conseguir un espacio dado que Guerreiro le indicó a su hijo “con plata compra cualquiera, nosotros tenemos que comprar sin plata” recordó, por ello comenzaron a recorrer lugares, uno en calle Rivadavia cerca de donde funcionó durante mucho tiempo La Proveeduría, y el restante sobre calle El Patagónico en barrio Roca, que en principio estaba destinado a una whiskería.

“Hay un señor que voy a recordar toda la vida porque cuando fui a verlo, como me dijo mi viejo sin plata, pero yo en esa época no sabía que portaba apellido y cuando le dije que era José Guerreiro me preguntó si era hijo de José” precisó y deslizó “cuando dije que sí, me dijo que me quede tranquilo, que pague como pueda. Así era antes, y emociona, asique con lo que recaudamos mensualmente fuimos pagando y terminamos antes porque si no pagabas no podías empezar a construir”.

También recordó que por aquel tiempo tuvieron que reformar lo que iba a ser una wiskería y transformarlo en una panadería, “me encontré con otro portugués gauchísimo, Don Antonio que era un grandísimo albañil y él me dijo que no necesitaba la plata en ese momento que cuando la necesitara me la iba a pedir, aprovechamos a comprar materiales porque Argentina siempre fue Argentina y siempre aumentaban los precios, entonces la gente de Sagosa me dio un crédito y así empezó la construcción en el barrio Roca de la panadería La Muñeca, primero sobre calle El Patagónico y luego de un tiempo compramos en Carlos Gardel”. Siendo esta última calle donde hasta la actualidad se encuentra ubicada la tradicional panadería.

El trabajo diario en la panadería La Muñeca
El trabajo diario en la panadería La Muñeca

Una panadería familiar

José explicó que a partir de las adquisiciones lograron expandirse, primero con panificados y luego volcándose hacia la rama dulce, “así fueron los comienzos de La Muñeca en un barrio que a nosotros nos ayudó muchísimo a poder vender nuestros productos, a tener un mostrador calificado que en el algún momento dio trabajo a 40 familias, incluidos nosotros” mencionó y agregó “éramos un montón y trabajábamos horas y horas, dedicados permanentemente, las 24 horas del día y casi todos los días”.

También, con cariño dijo “la portuguesa (por su mamá) era una grandísima persona, pero aparte una excelente comerciante, muy amable con el público, tenía una delicadeza para atender, una presencia, y mi viejo era del oficio del panadero y mi hermano Tito, que él es quien todavía está en la cuadra. Durante mucho tiempo atendidos Casa Tía y supermercado La Proveeduría” y manifestó “tuvimos grandísimos empleados, muy buena gente, yo nunca me voy a olvidar de Alberto Pérez que era delegado sindical y había una época que no permitían trabajar los domingos, pero sí o sí teníamos que hacerlo porque teníamos una cuadra muy chica y no podíamos hacer pan para dos días seguidos, técnicamente era imposible, y él nos ayudó para seguir elaborando”.

De la misma forma, destacó que “como él, había muchos empleados fieles a la empresa, que crecieron con nosotros, hoy ya jubilados muchos de ellos, hemos sido familia todos. Nosotros no éramos dueños ajenos a la producción y al reparto del producto, estábamos permanentemente, mis viejos, como mi hermano y yo”.

José y Custodia en la sucursal de Carlos Gardel al 500
José y Custodia en la sucursal de Carlos Gardel al 500
Secretos de panadero

Además, José manifestó que “venimos de familia panadera, mi papá, mi hermano y yo, mi papá es quien elaboraba y estaba muy marcado quien era panadero y el que se dedicaba a la rama dulce o de facturería. El que era panadero era panadero, difícilmente sea confitero” y planteó “mi papá era panadero, y en la época no existía el bromato, después empezó como una novedad y el que lo conocía no lo transmitía, lo quería para él. Mi abuelo también tenía panadería, lo que fue La Cooperadora en calle Almirante Brown, que después mi familia vendió a los papás de Antonio y ellos continuaron con la panadería”.

“En esa época cuando venía el calor, a los panaderos se les complicaba la historia, entonces recuerdo bien que mi papá iba a varias panaderías de colegas o de amigos que no podían sacar buen pan por el tema de las temperaturas. Les hacía comprar, barras de hielo en el mercado municipal y con una bolsa los rompíamos y agregábamos al agua. Bajábamos la temperatura de la amasadora porque provocaba fricción, entonces con la temperatura baja del agua compensábamos la fricción y que se acelere el proceso de elaboración, del trabajo de la levadura y eso ayudaba a los colegas” rememoró a manera anecdótica y para finalizar José se refirió al secreto para tener un pan crocante, “tiene que ver mucho con la cocción, los hornos que tenés hoy son casi todos modernos, no de piso, en La Muñeca todavía conservamos un horno de piso, que hoy no existe más, entonces más allá de la mano del panadero, confitero o facturero, a veces determinada máquina u horno, con determinada horno le da determinada característica a las elaboraciones” concluyó.

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