Raúl Fernández Olivi fue el escultor pampeano que proyectó el arte latinoamericano, realizó obras monumentales en varios países, ejerció la docencia y participó en más de 40 simposios a lo largo del país y el extranjero. Su arte impregnó a otros artistas que se formaron en sus aulas.
La escultura ha sido su oficio principal, pero se inició en la pintura y las demás artes visuales, y compartió también escenarios musicales y discos en dúos o tríos, con una voz que ostentaba la misma fuerza expresiva que delatan sus esculturas.
Raúl Fernández Olivi falleció en el 2014 en La Pampa, su provincia natal, y a lo largo de su vida fue distinguido con numerosos premios, entre ellos: el premio Belgrano, que sólo han recibido contados artistas en Argentina, que consiste en una beca de por vida y el 1er. Premio Alberto Trabucco de la Academia Nacional de Bellas Artes en 2007.
Al referirse a Raúl, su amigo Oscar Staffora, con quien compartía la pasión por la escultura, afirma que “era un militante por la vida, la igualdad, la solidaridad y la justicia”, y eso queda reflejado en sus obras.
El Monumento a la memoria, por ejemplo, emplazado en el Parque “Don Tomás”, de Santa Rosa, La Pampa, fue realizado en memoria de los 51 desaparecidos pampeanos, víctimas del terrorismo de estado en la última dictadura militar, en reclamo a la “verdad, la memoria y la justicia”.
El Taller del escultor
Quienes conocieron a Raúl comentan acerca de su taller, especialmente la importancia de su mesa de escultor, en torno a la cual giraba no sólo la obra en proceso de elaboración o directamente trunca, sino las herramientas y los materiales. Siempre en la búsqueda estética de los valores que los representaba, en su región y en el tiempo histórico que vivía.
Su hija Paulina comentó que el proceso creativo de su padre “era riguroso y le dedicaba mucho tiempo: para hacer una escultura, en una primera instancia, hacía bocetos en un bloc de notas. Ahí, anotaba el título de la obra, las medidas, los materiales y el concepto (si era parte de una serie de obras, por ejemplo). Cuando ya tenía la idea, comenzaba con el proceso de creación; tomaba la madera y comenzaba a trabajarla lo más fiel posible al boceto”.
“Cuando lo veíamos trabajar – dijo-, estaba concentrado, serio, le dedicaba muchas horas, era para él un trabajo como cualquier otro. Tuvo dos talleres y en sus últimos años trabajaba en el parque industrial. Recuerdo que usaba un mameluco azul para trabajar, guantes y protección ocular. También, le gustaba trabajar con la radio de fondo, aunque las máquinas hicieran ruido”.
“Recuerdo que solía cantar opera a veces mientras trabajaba”, agregó su hijo Julián.
La Fogata en Puerto Madero
Realizó obras monumentales en varios países y desde 1985 participó en muestras colectivas e individuales en Argentina y el exterior.
“La Otra Orilla” en España
En la Universidad de León, España se encuentra otra de sus obras de envergadura “La otra orilla”. Se trata de una escultura de cemento que plantea el reencuentro entre Argentina y España.
Fue realizada in situ, lo que le demandó al escultor casi dos meses de trabajo y se inauguró en julio de 2004.
“Árbol” en Comodoro
En el año 2011, Raúl participó del Primer Encuentro Nacional de Escultores que se realizó en Comodoro Rivadavia. El evento fue organizado conjuntamente por la Agencia Comodoro Cultura y la Secretaría de Cultura de la Provincia de Chubut, con la participación de ocho artistas de reconocida trayectoria a nivel nacional, que trabajaron con la temática de: la tierra, el viento y el mar, utilizando materiales de rezago de Talleres de YPF e Industrias de la zona.
En una de sus exposiciones, Julián Agosta decía acerca de la obra de Raúl: “Era capaz de crear formas con fortaleza propia, más allá del símbolo que representen, imbuidas de una dimensión morfológica que las hace sobresalir y armonizar. Nada en sus esculturas estaba librado al azar”.
Comentarios