El teatro no sólo permite transportar al espectador a otro mundo, llevarle a estados emocionales que abarcan de la risa a la emotividad, sino que también es tanto o más beneficioso para aquellos que están sobre del escenario, por eso conversamos con Ana Pérez, que dirige el grupo Desconexión Teatral, que tiene en cartelera actualmente, dos obras: Maté a un tipo y Noche de Perros.
El teatro y la vida
Al preguntarle acerca de su trayectoria vinculada al teatro, Ana “Anita” (como le gusta que la llamen) afirma con entusiasmo que el teatro le ha gustado desde niña, aunque aclara que, ante todo, es mamá: “Ser mamá es la escuela más importante que he tenido y que estoy teniendo en la vida, de aprendizaje y crecimiento constante”.
Ella recuerda con cierta alegría que, desde pequeña, fue siempre muy extrovertida y le gustaba participar en todos los actos y eventos escolares; un impulso que no perdió en la adolescencia, donde incluso formó parte del centro de estudiantes.
Corría el año 2012, cuando comenzó a tomar cursos, talleres y capacitaciones de teatro, improvisación, expresión corporal, danza; es decir, distintas disciplinas vinculadas a lo artístico desde lo corporal y expresivo. Sin embargo, se abocó al estudio de la carrera de Comunicación Social. Allí tuvo que hacer pasantías en un medio digital, donde brindó talleres de periodismo en escuelas primarias. “En esta experiencia –comentó- fue donde encontré y descubrí que me gustaba mucho la docencia, algo que hasta ese momento no me lo había planteado”.
También fue en esa época, en que formaba parte de un elenco de teatro local, descubrió que había un profesorado en teatro en la Escuela de Arte y sin dudarlo, se inscribió.
Se recibió de Profesora de Teatro en la Instituto de Formación Docente Nro. 806, una carrera que le ha dado y le sigue dando muchas satisfacciones.
Desconexión Teatral
Después de la pandemia, en el año 2022, Anita comenzó su primera experiencia a cargo de un taller de teatro para adultos. “En ese momento –cuenta- buscaba un espacio donde poder encontrarnos y reencontrarnos, volver a jugar, a improvisar; sin ninguna expectativa de generar una producción, de formar un grupo o de tener una muestra a fin de año”.
Sin embargo, con el correr de los meses, se conformó un grupo de trabajo “muy lindo, de gente muy bonita, que hizo que el proceso fuese fluido y así fue como al año siguiente nos pusimos a conversar acerca de nuestros intereses y a plantearnos objetivos”.
Nació entonces el grupo Desconexión Teatral, con el deseo de empezar a trabajar obras y a complejizar el trabajo que se venía realizando.
Consultada acerca de cómo surgió el nombre, explicó que a lo largo del año y medio que llevaban de trabajo, “muchas veces, nos encontramos en una clase, compartiendo situaciones personales que nos atravesaban, pero estábamos ahí, buscando precisamente ese espacio de desconexión. Fuimos sintiendo y sentimos hasta el día de hoy, que el espacio de clase, de entrenamiento o ensayos, es un lugar de desconexión, un lugar donde logramos olvidarnos de otras cosas que nos preocupan para poder conectarnos con nosotros mismos, con nuestro ser interior, con nuestras emociones y para conectar con el otro, el que acompaña, que está ahí, con el que juego, con el que comparto. Desconectar con el afuera para conectar con el adentro”, afirmó.
El teatro tiene beneficios para quien se sube al escenario y para quien disfruta de una función como espectador. “Para mí – explicó Anita” el teatro, en gran parte, rescata todas las experiencias de la niñez, y las resignifica, las vuelve a trabajar desde un lugar mucho más consciente, que es lo que se va perdiendo a medida que llegamos a la adultez”.
En el taller, en los ensayos, “trabajamos en forma consciente sobre nosotros mismos, sobre nuestro cuerpo, nuestras emociones, habilidades y, a partir del juego dramático, del cambio de roles, de la improvisación, de la expresión corporal, vamos conociendo nuestro cuerpo, nuestra esencia, creando consciente e inconscientemente herramientas, e incluso vamos aprendiendo de lo que vemos en el otro. Por ello – recalcó- recomiendo el teatro en todas las edades, porque siempre hay algo que aprender de uno mismo y del otro”.
Espectáculos en cartelera
En la actualidad, Desconexión Teatral tiene dos espectáculos en escena: Noche de Perros y Maté a un tipo.
Noche de Perros surgió a partir de una invitación de un local de Rada Tilly, que quería ofrecer algo distinto para sus clientes. Anita comentó que como habían trabajado micro monólogos, consideró una oportunidad para retomarlos, “ya que permitía jugar con cada una de esas historias desde la improvisación”, dijo.
“Se trata de historias de bajón, tratadas desde el humor –explicó-. En algún punto, muchos de nosotros hemos atravesado o tenemos algún conocido que ha vivido una situación similar, por eso pensamos en el nombre “Noche de perros”, aludiendo al dicho de tener un día de perros, un día de miércoles; un nombre que tampoco te dice mucho de qué se trata y permite jugar con la sorpresa del espectador”.
Hasta el momento, Desconexión teatral ha hecho cuatro funciones de Noche de Perros, en una cervecería y en un restaurante, lugares con capacidad para alrededor de 40 personas, lo que genera un vínculo entre los actores y el público.
“La gente no van exclusivamente a ver una obra –dijo Anita-, sino que van a comer y a tomar algo, y nosotros nos aventuramos a esa posibilidad, la de generar un espectáculo no convencional, que involucra al público de alguna manera y que no tiene un lugar específico, sino que sucede durante determinado tiempo, en todo el espacio”.
Por otra parte, Maté a un tipo, es una obra del argentino Daniel Dalmaroni, una comedia de humor negro. Si bien es bastante clásica en su dramaturgia, ella buscó desde la dirección una puesta diferente, no convencional.
“Con esta obra lo que buscamos es generar un poco de incomodidad en el público, pero a la vez en nosotros mismos –señaló-. La violencia lamentablemente es algo con lo que convivimos, pero depende de cada uno de nosotros elegir de qué lado de la historia estamos y qué hacemos con eso”.
Anita aclaró que ambos trabajos “son el fruto de una creación colectiva, porque somos todos partes. Si bien yo estoy a la cabeza del equipo todos opinamos, ayudamos, sugerimos”.
Finalmente, Anita adelantó que Desconexión teatral ya tiene dos producciones más en proceso, y que espera poder estrenar, antes de fin de año.
El grupo sigue trabajando, creando y preparándose cada semana. Sin lugar a duda, no hablamos sólo de horas de ensayo y preparación, sino de un compromiso y una pasión por lo que hacen, tanto de Anita como de todo el grupo, al que ella siempre se refiere con mucho cariño, porque “todos tenemos algo que aprender de nosotros mismos y del otro”.
El teatro, más allá del lugar donde se desarrolle, ya sea al aire libre, en una cervecería o en una sala, lo importante es apreciarlo y ver la vida desde otro punto de vista.
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