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Cultura Domingo 16 de Junio de 2024

Julio Ricciardi, Reflexión después de la tormenta

El escultor platense Julio Ricciardi, cuya obra “Reflexión después de la tormenta” fue construida en nuestra ciudad en el año 2011, sostiene que “el espacio ideal de una escultura es el espacio público”.

María Laura Morón

Por María Laura Morón

La escultura debería estar en un espacio público Julio Ricciardi

 

Dicen que “uno se da cuenta del nivel cultural de una ciudad al recorrer sus calles y ver las esculturas”. En la Argentina tenemos un claro ejemplo en Resistencia, Chaco, la ciudad conocida como un museo al aire libre. Sin embargo “no se ve como una política clara en ese sentido de darle un lugar específico a la escultura”, afirmó Julio Ricciardi.

El artista destacó el Encuentro Nacional de Escultores, que se realizó en nuestra ciudad en el año 2011, organizado conjuntamente por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Chubut y la Agencia Comodoro Cultura, bajo el lema “La tierra, el viento y el mar”.

Este encuentro, que reunió a varios escultores de distintos lugares del país, dio cuenta de la importancia de “la difusión y la búsqueda para que el lenguaje escultórico se haga cada vez más popular y de revalorizar el lenguaje escultórico en relación a la ciudad, a la gente que la habita”, afirmó.

La obra “Reflexión después de la tormenta” durante varios años estuvo en el estacionamiento del Centro Cultural de nuestra ciudad y aún no se le ha designado una ubicación definitiva.

Su obra en Comodoro

En diálogo con El ciudadano del Sur, Julio explicó que, al construir la obra “Reflexión después de la tormenta”, respetó su proyecto original. El hecho de elegir un material virgen, como la chapa lisa, le facilitó la tarea y pudo ir cumpliendo con los pasos que se había pautado. “No es como trabajar con chatarra –explicó-, porque en ese caso, vas con una idea o boceto y a partir de la chatarra que encontrás, o los materiales disponibles, podés ir modificando o adaptando el boceto. En este caso, era un trabajo que nacía de la chapa lisa, lo que me permitió plantear cada una de las partes”.

Julio comentó que esta obra forma parte de la serie Reflexiones. “Se trata de varias obras que siguen una misma idea, invitando a reflexionar; –dijo- esta escultura se ve como si fueran dos partes de barcos que emergen del agua y que tienen su contraparte simétrica en la parte de abajo, todo eso construye una figura que se sostiene en los vértices del reflejo. De esta manera genera una simetría horizontal que plasma la idea de lo que es el objeto en la superficie y el reflejo en el agua”.

Explicó que en el caso de Comodoro, “al ser una ciudad que tiene que ver tanto con lo portuario y el mar, esta escultura tenía que ver, no sólo con los barcos, sino con el agua, el efecto de reflejo y las connotaciones que tiene la idea de reflejo y reflexión, que continué incluso en otras obras”.

 

Julio Ricciardi, su trayectoria

Julio Ricciardi nació en La Plata y desde chico le gustó dibujar y modelar. Cuenta que en cuanto tenía una porción de crealina o barro en sus manos, comenzaba a crear, sintiéndose cómodo con ese material. Sin embargo, no lo había pensado como una profesión, hasta terminar el secundario y, al momento de elegir una carrera universitaria, le pareció obvio seguir por ese camino que tanto le gustaba.

Entró en la Facultad de Bellas Artes, en la carrera de dibujo pero, al asistir a los talleres rotativos, en los que se conocían otras disciplinas, le atrapó también la escultura, asique cursó las dos orientaciones: Dibujo y Escultura.

Allí empezó su carrera. Lo primero que advirtió era la necesidad de tener un taller, un espacio donde tener las herramientas, poder hacer ruido, polvillo, es que “la escultura necesita del espacio –señaló-, trabaja en las tres dimensiones, y tiene técnicas en las que, generalmente hace falta una infraestructura de taller.

En el taller fue generando sus obras, algo que mantiene en el tiempo, por considerarlo fundamental. Paralelamente, tratando de aplicar todo lo aprendido y lo que le gusta, hizo trabajos de restauración, bustos, retratos, hasta que en el año 2004 ingresó a trabajar en el taller de Escultura escenográfica del Teatro Argentino de La Plata, donde continúa.

Pero siempre, dentro de las posibilidades, trata de sostener una creación propia y a la vez, trabajar en lugares donde aplicar el oficio y generar ingresos.

A partir de su trabajo, le han surgido propuestas en el ámbito privado para obras de teatro, escenografía, shows musicales, etc.

 

Lenguaje escultórico hoy

Al referirse al lenguaje escultórico hoy, Julio afirmó que “es poco comprendido, probablemente porque estamos en una época en donde la imagen es preponderante y la escultura excede a la imagen, a lo visual y a lo virtual”.

Explicó que la escultura hace un arraigo fuerte en lo real, ya que es necesaria la presencialidad para apreciar una obra escultórica y, los tiempos que se manejan hoy, tan vertiginosos y virtuales, son muy diferentes a los tiempos que hacen falta para apreciar una escultura.

Herber Read, autor de “El arte de la escultura”, dice que “el sentido que más impacta una escultura, aunque uno no acerque su mano y la toque, es siempre el tacto”.

“La escultura es volumen –explica Julio- y nos tiene que impactar en el sentido del tacto. Aunque no la toquemos, sabemos que es algo real, es concreto. Y esos tiempos que pide la escultura y el lenguaje escultórico, tiene que ver también con los tiempos que son necesarios para realizar una obra”.

Por eso “creo que el espacio ideal de una escultura es el espacio público – agregó-, el espacio que conecta la escultura u obra escultórica con la ciudad. Lamentablemente, a veces, en las lógicas de gestión de los diferentes gobiernos, los tiempos de la escultura no encajan muy bien, en comparación a otro tipo de lenguajes o actividades más eventuales y más redituables en “términos políticos”. Debería haber una construcción política que apunte a recuperar “otros” tiempos, que tengan que ver con proyectos a largo plazo, además de las cuestiones eventuales”.

Lamentablemente, por el momento no se ve como una política clara en ese sentido de darle un lugar específico a la escultura. En nuestra ciudad, varias obras escultóricas realizadas durante el Encuentro Nacional de Escultores del año 2011, esperan ser ubicadas definitivamente en un lugar específico.

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