Tejiendo del norte al sur: la historia de Raquel Mamani, la tejedora que comparte sus saberes entre hilos y lanas

Por Luciana Robledo

Hay conocimientos que se transmiten de generación en generación. Secretos y habilidades que se comparten con la familia: de una madre a una hija o de un abuelo a un nieto, traspasando el tiempo y las fronteras. De esa forma Raquel Mamani adquirió sus saberes sobre el tejido y el hilado de lana. Una artesana que aprendió de su oficio desde muy pequeña, en las tierras catamarqueñas de Tinogasta, en dónde creció.

Cómo a muchos ciudadanos norteños, el desarraigo se ha convertido en el camino para obtener mejores condiciones de vida. Aún con el pesar de tener que dejar el lugar que los vio crecer, el camino hacia el sur ha sido el destino de tantos de ellos. En 2005, Raquel junto a sus seis hijos pasaron de vivir a los pies del gigante dormido -el mítico cerro tinogasteño- para asentarse en Comodoro Rivadavia, la ciudad del petróleo y del viento. Su marido había llegado un tiempo antes, para asegurar la llegada de su familia.

Esos primeros meses marcaron a cada uno de ellos, principalmente por los prejuicios instalados en una sociedad en dónde - a pesar de tener una historia marcada por la pluralidad cultural- aún se marcan diferencias como el color de piel o la forma de hablar. Raquel cuenta que en aquellos momentos el tejido se convirtió en una forma de escape y distracción, pero también fue la manera de seguir conectada con sus orígenes, con su familia y con su historia.

“El hilado lo tengo desde muy chica, viene de mi mamá de su crianza, ya que viene desde mi abuela. Mi mamá me crió y siempre trabajó con la lana. Ella tenía sus ovejas y las esquilaban o le traían lana para que hile y con eso nos mantenían a nosotros, pues hilaba y a veces le pagaban con plata o a veces le daban un animal”, recuerda.

El hilado artesanal es el proceso por el cual el pelaje de la oveja es transformado en lana que puede ser utilizada para tejer. Se trata de un conocimiento ancestral que por siglos ha permitido a las familias rurales de distintas regiones contar con un sostén económico a partir de la creación de hilos y tejidos únicos.

Raquel es una experta en el tema del hilado y comparte con mucha pasión todo lo que sabe. En su casa cuenta con madejas de lana natural que aún conservan el aroma de la oveja, pero que a partir de su trabajo serán transformadas en hilos para tejer.

“Primero preparas la lana, el vellón sucio de la oveja, que tiene el pasto o las espinas, lo tenes que limpiar y le sacas todo, lo limpias bien para armar una tira. Después haces el cadejo, como le decimos allá en Catamarca, y cuando vos vas a hilar ya está la lana limpia. Vas dejando el cadejo en una mano y con la otra empezas a hilar con el huso”, explicó.

“Tramando sueños”, su emprendimiento de tejidos

Al llegar a Comodoro, para comenzar a conocer gente, Raquel se inscribió a los talleres barriales a partir de la iniciativa de Luisa, una señora del barrio, que la invitó a aprender telar mapuche, para sumar a sus conocimientos sobre hilado y tejidos criollos. Luego de eso comenzó un camino entre artesanas y tejedoras, también fue a capacitaciones para certificar sus saberes y poder dar talleres.

Actualmente tiene su emprendimiento “Tramando sueños” con tejidos hechos con hilos artesanales, que son hilados con sus propias y teñidos de forma natural. “Yo hilo para mi, es mi hobbie. Hilo y tiño todo del color que yo quiera, veo alguna planta que me gusta y lo pongo a hervir con sal criolla, lo hago como lo hacía mi mamá. Después con eso hago mis tejidos”, señaló. Tiene tejidos con lana de oveja con colores que han surgido de la algarroba, las hojas de la viña, la yerba, también de frutas finas, entre otras variedades.

Son trabajos únicos, hechos con técnicas ancestrales, que llevan su tiempo. Por ejemplo, un poncho puede demorar más de un mes, considerando que se hace con la paciencia, el cariño y la tranquilidad que requiere.

Con su huso y sus cadejos, Raquel ha logrado viajar a distintas ferias y encuentros de tejedoras: a Gobernador Gregores en Santa Cruz, a Esquel en Chubut, ha llegado hasta Entre Ríos, a la ciudad de Colón. “Es muy lindo, uno conoce a otras artesanas, ves como trabajan, vos sabes hacer algo y te pregunta, y una también pregunta sobre lo que le llama la atención. Se comparten muchos conocimientos”, destaca.

También, uno de sus tejidos ha sido presentado en el Congreso de la Nación, en dónde el Senado le ha otorgado un Diploma de Honor por “su aporte al Patrimonio Cultural Argentino al resguardar la técnicas y procedimientos artesanales textiles”.

La historia de Raquel - entre hilos, husos y telares- es la historia de muchas personas que encuentran en el arte y la creatividad el espacio para fortalecer su identidad y representar con orgullo sus orígenes. El saber cultural se convierte en el camino para salir adelante ante las adversidades.

Se puede conocer más sobre el trabajo de Raquel a través de su perfil de Facebook: Tramando Sueños.