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Locales Domingo 14 de Julio de 2024

Este martes se realizará la celebración de la Santa Misa por Nuestra Señora del Carmen en Diadema

Por María Laura Morón

El próximo martes 16 de julio se conmemora el Día de la Virgen del Carmen, Patrona y generala del Ejército de los Andes. En nuestra ciudad, en el cerro conocido como la Roca del Osito del barrio Diadema, se encuentra la ermita a esta advocación de la Virgen María.

Virgen del Carmen o Nuestra Señora del Carmen es la denominación común que suele recibir y que ha sido difundida en el mundo por la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, llamados Carmelitas. Por tal motivo, el martes a las 11,30 hs. el Obispo, Monseñor Jorge Luis Wagner, presidirá la misa en el Monasterio San José, ubicado en Diadema.

Foto: Da Silva
Foto: Da Silva

Nuestra Señora del Carmen, Patrona del Ejército

La veneración a la Nuestra Señora del Carmen se remonta a un grupo de ermitaños que, inspirados en el profeta Elías, se retiraron a vivir en el Monte Carmelo. Estos devotos, hacia el 1200, formaron la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (Carmelitas).

Fue el 16 de julio de 1251, cuando la imagen de la Virgen del Carmen se le aparece al superior general de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, San Simón Stock, y le entrega un escapulario, prometiendo librar del castigo eterno a los que lo llevasen.

La devoción mariana hacia la Virgen del Carmen se extendió a muchos países de Europa, y por España y Portugal a Iberoamérica, a partir del siglo XVI.

Es de todos conocida la profunda devoción que el Libertador San Martín profesó a la Virgen y que lo hizo nombrarla generala del Ejército Libertador y casi todos los soldados llevaban su escapulario. Es así que el 5 de enero de 1.817, San Martín le entrega a la Virgen su bastón de mando, la nombra generala, y hace bendecir también la Bandera de los Andes, ante el ejército de gran gala y todo el pueblo de Mendoza.

 

Virgen del Carmen en Diadema

Al llegar a Diadema Argentina, se ven pocos accidentes topográficos, los que fueron bautizados por los habitantes de la zona. Uno de ellos, en los mapas figura como Cerro Sapo, pero la gente siempre lo denominó La Roca del Osito, pues desde la Iglesia, se observa una piedra con la figura de un osito mirando hacia arriba. Allí, en la cima del cerro se encuentra una cruz y una ermita, que se implantaron a partir de un fervoroso movimiento religioso.

Corría el año 1992 cuando llegó a Diadema, la comunidad de las Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa, de la calle Potosí, de Almagro, Buenos Aires. En los primeros tiempos, las hermanas asistían a la Misa de la Iglesia Santa Bárbara, siendo su Capellán el Padre Benjamín Stochetti.

Una de las hermanas del Monasterio comentó que, en esos tiempos, un grupo de muchachos llegaba a Diadema a hacer oración y peregrinaciones piadosas. Se trataba de los devotos de Nuestra Señora de Schoenstatt, con la guía de Roberto Horat. Entonces, por iniciativa del Padre Stochetti, se implantó una cruz en el cerro La roca del Osito, con el acompañamiento de las hermanas del Carmelo.

Con esfuerzo, alegría y devoción un grupo de vecinos trabajó junto al Padre, para poder hacer realidad el proyecto de colocar una cruz, y fueron las mujeres, las que trabajaron para hacer el pozo que debía ser muy profundo, pero de un diámetro pequeño. Entre ellas estaban: Susana Nievas, María Lodo, Paulina Quilaqueo, Dina Mancuello de Escobar; Sra. de Don Melo, Carolina Calfú y Elvira Sandoval.

Instalada la cruz en la cima del cerro, llegaban hasta allí todos los que se acercaban a Diadema Argentina a hacer oración o peregrinar. Se suscitó entonces la devoción a la Virgen y el deseo de levantar una ermita junto a la cruz. Fue la comunidad la que se pronunció por la Virgen del Carmen, y el Monasterio San José encargó la imagen.

Si bien, cuando la estatua llegó, parecía la Virgen María Auxiliadora con los colores de la Virgen del Carmen, fue recibida con alegría y devoción.

Así como ésta, hay muchas ermitas ubicadas en distintos barrios de Comodoro Rivadavia. Es interesante rescatar las historias de cada una de ellas, porque detrás de esa devoción, hay hombres y mujeres que trabajaron para hacer realidad ese sueño. Cada ermita guarda una riqueza escondida de vida que se ofrece a las generaciones futuras.

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