En 1976, Artémides Zatti, el "Pariente de los Pobres", como también lo llamaban, comenzaba su camino de santidad por la Conferencia Episcopal Argentina, luego que, en 1980, fuera declarado Siervo de Dios, y venerable el 17 de julio de 1997. Conocido como “el enfermero santo de la Patagonia o el enfermero de los pobres” es el segundo argentino canonizado, luego del Cura Brochero y el primero de la Patagonia.
Fue proclamado beato por la Iglesia católica el 14 de abril de 2002 por el Papa Juan Pablo II, por un milagro que lograron confirmar dos años antes los médicos de la Sagrada Congregación de los Santos en Roma, quienes dieron por válida la curación milagrosa de gangrena del seminarista Carlos Bosio, inspector salesiano en Rosario.
Don Zatti, que había nacido en Italia y de muy joven, emigrado a la Patagonia, fue finalmente canonizado por el Papa Francisco el 9 de octubre de 2022 en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, acto que tuvo como testigo al periodista y locutor, coautor del libro, Ricardo Carlovich.
Zatti murió el 15 de marzo de 1951, tras varios días de agonía. Había dedicado sus últimos 50 años a los enfermos de la capital rionegrina, lugar que eligió para vivir. De esta manera, cumplió la promesa de dedicar su vida a Dios si lograba curarse de la tuberculosis, la misma enfermedad que lo unió a Ceferino Namuncurá.
Tras los pasos de Zatti, el libro
Ricardo Carlovich y Marcela Aman volcaron en las páginas del libro “Tras los pasos de Don Zatti hasta su canonización”, no sólo testimonios de personas que conocieron al noble santo, sino también extractos de la mayoría de los trabajos historiográficos y literarios que refieren a Zatti.
Ricardo, ex alumno salesiano, explicó que este libro surgió a partir de un trabajo de María Marcela Aman, su compañera y esposa, ex alumna de María Auxiliadora, y delegada emérita del cono Sur, sobre la potencialidad del turismo religioso en Viedma y Carmen de Patagones, a pedido del Consejo Federal de Inversiones.
Durante un largo tiempo, Marcela Aman estuvo abocada a la investigación sobre la vida y obra de Don Zatti, pero “no solamente la cuestión empírica – señaló -: su vida, las anécdotas, su historia, la enorme cantidad de testimonios de hombres y mujeres que fueron curados por Zatti que áun viven; sino que recorrió los lugares en que Zatti habitualmente vivía y convivía: la Iglesia; el viejo Hospital, en el cual estuvo a cargo de la farmacia y luego fue el director; el Círculo Católico de Obreros, donde jugaba a las bochas y a las cartas con sus paisanos italianos; el Banco Nación, donde iba a pedir plata, es decir, un trabajo investigativo interesantísimo, que por supuesto incluye la relación de Zatti con Ceferino Namuncurá, aquí en Viedma”.
A partir del trabajo de investigación, que dejó sin duda, mucho material por fuera de lo que requería el Consejo Federal de Inversiones, sumado a la experiencia periodística y literaria de Ricardo Carlovich, dieron origen al libro sobre la santidad de Don Zatti.
Desde Viedma al Mundo
Escuchar hablar a Ricardo del día de la canonización de Don Zatti, sin duda emociona y resulta imposible permanecer indiferente a ese relato. Él tuvo “la suerte” – como el mismo dice- de estar presente en la ceremonia en la que el Papa Francisco, en la Ciudad del Vaticano, elevó a los altares al enfermero “Santo de la Patagonia”.
“Escucharlo al Papa Francisco –comentó-, en la reunión que tuvo con los salesianos el día previo a la canonización, hablando de Zatti y la bicicleta -porque así se lo recuerda en Viedma-, fue emocionante”. Es que a “Zatti se lo veía surcando las calles con viento, con tierra, con frío, calor; en todas las épocas del año, pedaleando para llegar a las quintas, las chacras, a los contornos de lo que era la Laguna el Juncal, al Balneario El Cóndor con los chicos para hacerles vivir unos días junto al mar”.
“A mí lo que más me moviliza –agregó- es comprobar la globalización de la figura de Don Zatti, que es conocido en todo el mundo, a través de la obra salesiana que está en 158 países”.
“La figura de Don Zatti –agregó- está reflejada en una aldea de una tribu en África, donde se encuentra su rostro pintado en una pared de barro y también en las túnicas de las ex alumnas de María Auxiliadora de la India”.
“La magnitud de un hombre que no fue ni sacerdote ni mártir, es decir no murió asesinado por defender sus ideas religiosas, sino que Zatti es santo por ser un buen tipo, que se preocupó y ocupó por hacer el bien, no sólo desde el aspecto de la salud, porque él era un enfermero hecho en la calle, sino desde lo humano”, agregó.
¿Quién era Zatti?
Frente a tantas vivencias compartidas en la charla y la emoción vibrando en los corazones, le pregunté a Ricardo cómo lo definiría a Don Zatti y, sin dudarlo afirmó: “A Zatti lo defino como la más espectacular enseñanza de Cristo en la tierra, porque desde su simpleza, desde su ser ordinario, Zatti fue santo en vida y así lo defino, como lo definía la gente”.
“Zatti era un tipo común –agregó- que se preocupó y ocupó de ser buena persona y que nos dejó esa enseñanza que, siendo buena persona, podés llegar a ser santo”.
Otro ejemplo es el de la hermana Rosita que, con más de 90 años, recuerda cuando conoció a Zatti. Siendo alumna de un colegio secundario de María Auxiliadora, con aproximadamente 13 años de edad, fue a Fortín Mercedes. Cuenta que iban caminando a la vera del Río Colorado y Zatti iba caminando delante de ellos, entonces la maestra que iba a cargo de ese grupo de alumnos, les dijo: “Ven ese que va ahí, ese es un Santo”.
El relato de la gente muestra que Don Zatti fue santo antes de estar inscripto en el libro canónico. Él era un enfermero que estaba junto a su pueblo; el gran biógrafo, el Padre Raúl Entraigas, lo llamó “el Pariente de todos los pobres’.
Zatti nos interroga desde el fondo de la historia como seres que vivimos en comunidad. En estos tiempos difíciles que vivimos, Zatti nos invita a tender una mano y regalar una sonrisa, para que la empatía sea un hecho real.
Comentarios