Locales

Inició el Ministerio del nuevo obispo de Comodoro Rivadavia

En un día con mucho viento comodorense, la Catedral San juan Bosco, a tope de su capacidad, recibió a autoridades locales y de las localidades de vecinas, representantes de las Fuerzas y a los obispos de varios territorios eclesiales, que acompañaron con gran entusiasmo la celebración y los posteriores festejos.

Asistió el Arzobispo de Bahía Blanca y los Obispos de: Prelatura de Esquel, Viedma, Rawson y el Obispo Emérito y Vicario General de Comodoro Rivadavia. También la concurrencia del clero y las diferentes órdenes de Religiosas y Laicas Consagrada. Entre los Sacerdotes se contó con la presencia especial del Padre Daniel Lazcano, rector del Seminario Patagónico San Pedro y San Pablo, y los Padres José María Masson y Javier Rohweinde la Arquidiócesis de Bahía Banca.

También quiso hacerse presente el Obispo Emérito Virgilio Bressanaelli mediante una misiva que fue leída durante el evento.

La celebración comenzó en la Capilla Don Bosco de la Catedral con la profesión de fe y el juramento de fidelidad del nuevo obispo ante el Arzobispo Metropolitano (Bahía Blanca). Continuando con los ritos habituales de bendición con aspersión del agua bendita, revestimiento y procesión al altar del Obispo ya en función.

La misa propiamente dicha es iniciada en palabras de Fray Carlos Azpiroz Costa para dar lugar luego al P.O. Roberto Álvarez quién fué el encargado de la presentación de la Diócesis con su nuevo pastor.

La ceremonia prosiguió con la lectura de las Letras Apostólicas del nombramiento, la exhibición de la Bula Papal a la comunidad presente, entrega del Báculo Pastoral y los ritos eucarísticos propios de la Santa Misa. Antes de la Bendición final El P.O. Jorge se tomó un tiempo para dirigir unas palabras de agradecimiento a los actores, laicos y consagrados, de este día tan especial para este Obispo con Corazón de Pastor.

Homilía del P.P. Jorge Luis Wagner

La Providencia de Dios ha querido que podamos guardar hoy en nuestro corazón dos expresiones de la Palabra de Dios, porque Fray Carlos cuando recién en sus palabras hacía referencia a los textos de la Palabra de Dios, nos recordaba dos frases, “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído” [Hch 4, 20] y “vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia” [Mc 16, 15], y yo cuando escribí algo para poder decir con ustedes elegí estas dos mismas frases. Evidentemente que el Señor quiere que esto quede también grabado en nuestra vida y nos vaya acompañando en este camino como Diócesis, vivido en este marco del tiempo pascual de tanta riqueza para nosotros. No podemos callar lo que hemos visto y oído, de donde esta fuerza, de esta decisión, es la fuerza de la Pascua, de la vida que ha vencido a la muerte, del amor que ha vencido el mal, y eso es algo incontenible, como acá, ¿quién puede parar la fuerza del viento? O tenemos el mar, cuando el mar está embravecido, o pensaba en un río cuando tiene mucho caudal, puede haber diques, pueden haber contenedores, pero el agua pasa y sigue su curso. Pero cuando un río no tiene agua, está seco, no tiene nada para dar, no tiene nada para comunicar, y esto quiere decir que esta expresión, “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”, es porque interiormente, está la fuerza de Dios, la presencia del amor de Dios, la presencia del resucitado, han vivido la experiencia pascual los discípulos, ahí está la fuerza, la centralidad del Cristo vivo, sin ese encuentro con el Cristo vivo, nada podemos sostener, ¿qué puede hacer una diócesis, si no vive ese encuentro con Jesús en todo lo que hace, en todo su camino pastoral? ¿Qué es un cristiano si continuamente no renovamos el encuentro con Jesús? María Magdalena después de haberse encontrado con el Señor, dice el Evangelio, “ella fue a contarlo”, porque se encontró con el resucitado, ahora puede contar, los discípulos de Emaús, el resucitado se les manifestó en el camino, y dice “y ellos fueron a anunciarlo a los demás”, la pascua tiene este dinamismo, el amor de Dios tiene este dinamismo, la presencia del resucitado que nos pone en movimiento, todos los días los textos, de alguna manera, hacen referencia a ese movimiento, o que van, o que corren, que anuncian, es lo propio que nace de la fe en el Señor, de una fe que no podemos, de un encuentro, de una experiencia que no podemos retener para nosotros mismos. Lo que ellos anuncian no es algo de ellos, es lo que han recibido, y eso es lo que nos da la fuerza para decir, “no podemos callar lo que hemos visto y oído”, y así, la fe se hace, fe profética, una fe que crece, una fe que da muchos frutos, y entonces, de esa manera no se puede frenar esta vida de Dios.

En segundo lugar, esta otra frase, “vayan y anuncien la buena noticia”. Este es el envío misionero, lo que hacen los discípulos tiene que ver con este deseo del Señor, con este mandato, es la misión, es el sentido de la vida de la Iglesia, la vocación de todos nosotros, la misión. Y los tiempos que vivimos son tiempos de misión, todo tiempo es tiempo de misión, no porque los tiempos pasados fueron mejores, y estos son más difíciles, bueno cada tiempo tiene sus dificultades, sus adversidades, pero la vida de cada uno es tierra de misión, la vida de nuestras comunidades, de nuestra sociedad, es tierra de misión. Y pensaba en algunas notas de esa misión, que nos las da también la palabra de Dios y la identidad de esta diócesis. En primer lugar, la disposición, y ahí recuerdo el lema final del documento del sínodo diocesano, “levántate y ve”, son las palabras que el Espíritu le pronuncia a Felipe, recuerdan aquel momento en que Felipe es enviado a acompañar a aquel etíope funcionario de Candace que iba leyendo la Escritura pero no entendía, y Felipe movido por el Espíritu se acerca, levántate y ve… La generosidad para levantarnos y para partir, la disposición, no quedarnos, partir para encontrarnos con nuevos rostros, con las realidades que particularmente necesitan en la misión, pienso por ejemplo, la realidad de nuestros jóvenes, la realidad de las comunidades que están más alejadas, que a veces tienen menos posibilidades de que se los visite, que se los acompañe, y bueno, y tantas otras realidades que son propias de la identidad de cada lugar. ¿Qué hay dificultades? Sí hay dificultades, también los discípulo y los apóstoles son perseguidos, dificultades hay siempre en todos los momentos. Alguien me decía recién, acá nosotros con el viento agachamos la cabeza para que no nos entre las piedritas, la arena que se vuela, sí eso lo podemos hacer para cuidarnos del bien, pero no lo podemos hacer frente a las adversidades que a veces vienen de afuera y otras veces vienen de dentro. Tenemos que no bajar la cabeza, no agacharnos quiere decir, no resignarnos frente a la realidad, saberla ver y desde la gracia de Dios, no con soberbia, no con prepotencia, pero desde la gracia de Dios ir al encuentro. Otra nota que la da también la primera lectura, que hoy con Joaquín cuando hacíamos la oración a la mañana, él decía, me llamó la atención esto, que hace referencia al texto, que era gente con poca instrucción y sin cultura, la misión no pasa por las habilidades humanas, la sabiduría del mundo, las estrategias que tiene el mundo para el éxito, nosotros no buscamos eso, no buscamos el éxito, no es de Dios el éxito, buscamos si la fecundidad de los frutos de Dios, con la sabiduría de Dios, la misión. Pero también esta misión, decía el primer texto, está acompañada de signos, porque los apóstoles Pedro predica, pero después hay un signo contundente que es en nombre del Señor resucitado, la curación del paralítico, y eso produce un impacto muy grande, y es todo lo que estamos leyendo en estos días. Tuvieron misericordia de este hombre, y ahí se manifestó la misericordia de Dios en la sanación, la misión, que significa entonces generosidad para levantarnos y partir como Felipe, con la sabiduría que viene de Dios, de la cruz, no del mundo, pero también con estos signos. ¿Y cuál es el signo también contundente en la predicación de este tiempo? La misericordia. Muchas de las cosas que a veces predicamos los obispos, los sacerdotes, o lo que decimos, tal vez la gente que está un poco más lejos dirá, y este que está diciendo, no la entiende tal vez la palabra, pero los gestos de misericordia siempre se entienden. Y finalmente otra nota que nos la da el patrocinio de esta diócesis, San Juan Bosco, que es la alegría. La característica de la identidad de Don Bosco está marcada por la alegría, y en el carisma salesiano es la alegría, el dios de la alegría, el evangelio es la alegre buena noticia, no la alegría del mundo, de un momentito lindo, sino esta alegría que nace de la pascua, de la presencia, del resucitado, la alegría que nos hace vivir como resucitados. La felicidad que tuvieron aquellos primeros discípulos cuando les cuentan a los otros y les dicen hemos encontrado al Mesías, hemos encontrado al Señor, esta es la alegría, la alegría de hacer de la vida la fiesta de la buena noticia, de esa alegría. Y como decía el Papa Francisco [en Evangelii Gaudium], los cristianos tienen el deber de anunciarlo al Señor, sin dejar a nadie afuera, no como quien quiere imponerse, no como una obligación, sino como quien comparte una alegría, que señala un horizonte bello, la belleza de la fe, y que ofrece un banquete deseable, no. Con la ayuda de la Virgen María, auxilio de los cristianos, Nuestra Señora del Chubut, y con la intercesión de San Juan Bosco, que podamos hacer realidad esta palabra de Dios que hoy nos ha sido anunciada.

Carta del Obispo Emerito Virgilio Bressanelli

Buenos Aires, 6 de abril de 2024.

Queridos hermanos y hermanas de la diócesis de Comodoro Rivadavia, en este día tan significativo para la diócesis de Comodoro Rivadavia, que recibe como regalo del Señor a su nuevo pastor y séptimo obispo titular, quiero expresarles mi cercanía y unirme espiritualmente a todos ustedes para celebrar en la fe al que viene en nombre del Señor.

Me duele mucho no poder estar presente. Había soñado poder acompañarlos compartiendo la alegría de todos, pero algunos compromisos, asumidos con mucha anterioridad, de los que no puedo desligarme, impiden hoy mi presencia física. Sin embargo, eso no impide mi comunión con ustedes, unido a todos en la Eucaristía con la que se inaugura el Ministerio Pastoral del Padre Obispo Jorge Wagner en esta diócesis. Junto a todos ustedes me empeño a acompañarlo y sostenerlo en su ministerio con mi oración, renovando también con ustedes la ofrenda de nuestra vida a Dios y a la Iglesia al servicio del Reino.

Le deseo al Padre Obispo Jorge que su ministerio sea muy fecundo, fiel y feliz. Que encuentre en ustedes un pueblo siempre bien dispuesto, participativo, generoso, firme en la fe católica y en la práctica de la caridad, con mucho sentido eclesial y compromiso apostólico, como muchos de ustedes lo vienen haciendo desde hace años. Y en una grande acción de gracias bendigo al Señor también por el don que fue y seguirá siendo para esta diócesis el Padre Obispo Emérito Joaquín como misionero, vicario general y obispo, como también los obispos auxiliares, sacerdotes, diáconos, consagradas y consagrados, y muchos laicos, mujeres y varones, comprometidos en esta Iglesia, en este mundo y en esta historia desde el corazón del Evangelio.

María Auxiliadora y San Juan Bosco nos cuiden a todos.

Agradecimiento final del P.O. Jorge L. Wagner

Antes de darles la bendición, un agradecimiento en general para que no se haga demasiado extenso y no me olvide de alguno: El agradecimiento a todos los que han trabajado en estos días para esta celebración en los distintos servicios y ministerios, y por supuesto la presencia de todas las comunidades de la diócesis, con sus sacerdotes, sus diáconos, la vida religiosa y consagrada, todos aquí presentes, las autoridades también, civiles, militares, de instituciones y por supuesto también el agradecimiento a los obispos de la región, particularmente también un agradecimiento muy especial a Fray Carlos, quien fue mi obispo hasta este momento, quien me ordenó y que hoy me pone en posesión de esta diócesis. Gracias por todo. Un agradecimiento también muy especial a Joaquín, porque yo le he pedido que se quede y me acompañe y es una gran alegría, Joaquín, que pueda seguir estando con nosotros. Te vamos a dar trabajo. Gracias “Choby” también por este tiempo que te ha tocado de transición como administrador. Gracias también a los sacerdotes de las otras diócesis que han venido, los que vinieron en representación del Presbiterio de Bahía Blanca, también un grupo de laicos de la arquidiócesis de Bahía Blanca que están aquí presentes, acompañando. Bueno, muchas gracias a todos. Ya nos iremos conociendo, “Choby” hacía referencia a esa expresión del Papa sobre el pastor, que a veces tiene que estar adelante, en el medio y detrás. Creo que este primer tiempo es para estar en medio, para justamente ver el ritmo, cuál es el tranco y conocer. Y detrás también para conocer los caminos, los caminos de Dios, de la historia de esta iglesia, y bueno también los caminos cómo llegar. Esta ciudad tiene muchos barrios, muchos lugares y, bueno, hay que tener un GPS especial, me parece, para llegar. Así que, bueno, ese tiempo será para entrar en ese ritmo. Como Felipe tuvo que ponerse ahí, al lado del carro, y respetar el ritmo, y no subirse ahí nomás al carro de una, sino que tuvo que acompañar. Bueno, eso es el servicio también del Obispo. Y después, bueno, guiará y acompañará. Pero primero me parece que eso es lo más importante. Yo cuando llegué aquí a Comodoro, en el viaje me acordé de un gesto que a mí me quedó grabado del Papa Juan Pablo II, pero que suelen hacer los papas cuando hacen la visita a algún país, que es besar la tierra. Entonces, bueno, paré el auto en la banquina y besé la tierra, que significa un gesto de una tierra que es bendecida, a la cual hay que respetar, y para la cual estamos para servir. Y aquí así quiero estar con ustedes.

OBISPO Comodoro

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